PROBADO VE EN SU
AROMA LA PROMESA
DEL DELEITE.
Un gusto inimaginable es el poder tomar una deliciosa taza de café.
Existen varias leyendas sobre el descubrimiento del café, e incluso muchas versiones de cada una de ellas; se dice que "no es la historia, sino como la contamos".
Hacia el año 300 D.C. Kaldi, un pastor etíope, se dio cuenta de que sus ovejas tras comerse el fruto y las hojas de un arbusto se llenaban de vitalidad desenfrenada, saltando y corriendo alegremente (obvio, es una expresión), por lo que después de mucho pensarlo decidió probar el fruto de aquella planta que tanto animo daba a su rebaño.
Kaldi llevo unas muestras de frutos y hojas a un monasterio, donde los monjes por curiosidad las pusieron a cocinar. Al probar la bebida la encontraron de tan mal sabor, que arrojaron a la hoguera lo que quedaba en el recipiente. Los granos a medida que se quemaban, despedían un agradable y enamorable aroma.
Fue así como a uno de los monjes se le ocurrió la idea de preparar la bebida a base de granos tostados.
Otra historia remonta al siglo XIII, se cree que los ancestros etíopes del actual pueblo Oromo fueron los primeros en descubrir y reconocer el efecto energizante de los granos de la planta del café, donde se cree que lo usaban en un preparado especial, este como estimulante para las largas jornadas ó para recorrer las grandes distancias y obtener energía extra.
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